Según nos cuenta la tradición, la ubicación definitiva del pueblo lo eligió la propia Virgen. Sobre el pequeño pueblo había caído una incursión de indios, que habían robado la imagen. A los pocos días, en una bajada del río Paraná, ésta apareció sobre un islote del río, fuente donde está hoy el pueblo. Con grandes honores la llevaron a su capilla, pero la imagen de la virgen volvió a desaparecer y a aparecer sobre esa piedra, como esto se repitió varias veces las pobladores del lugar entendieron que esa era su voluntad y quería que allí se levantase su capilla y entorno a la capilla el pueblo.
El pueblo recibió el nombre de la imagen de Nuestra Señora de Itatí, según la tradición fue traída de una reducción de los indios itatines que habitaban el Guairá. En la lengua guaraní- Itatí- tiene varios significados; algunos traducen: como PIEDRA BLANCA, otro PUNTO DE PIEDRA, también LUGAR DE MUCHAS PIEDRAS.
Podemos imaginar la alegría de estos hombres sencillos cuando los misioneros trajeron la imagen. Podemos imaginar cuan grande fue el amor de este pueblo a su madre, tan grande que hizo posible que la Virgen María derramara desde ahí su amor hacia todos.
A partir de la solemne Coronación Pontifica de la Virgen de Itatí en el año 1900 se estableció el 9 de julio como día de su fiesta. La devoción a la Virgen de Itatí fue el vínculo de unión entre las dos raza que poblaron nuestro litoral, la guaraní y la europea. Siendo hijos de una misma Madre es más fácil descubrirse como hermanos, la convivencia se hizo posible y las razas mezclaron sus sangres al amparo de Nuestra Señora de Itatí se levanta en el centro del litoral punto de unión de países hermanos.
Hoy más que nunca debemos pedir a Nuestra Señora que nos ayude a crecer en una fraternidad de pueblos y a descubrir nuestra vocación de unidad en sabernos hijos del mismo Dios, Padre bondadoso y de la Virgen , madre amorosa, presente en Itatí.