TE PIDO DES VALENTÍA Y ENTUSIASMO A QUIENES DECIDAN SEGUIRME

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí .

(Mateo 10,37)

Abba, en la cercanía vivida contigo, al dirigir mi alma hacia ti, con el deseo de hacer tu voluntad, percibo que entraño un desbordante misterio. El cual implica trascender en su totalidad el presente, por lo que considero imprescindible la oración. Este misterio lleva consigo un significado filial, que me impulsa a interpelar a fondo la libertad de mis discípulos.

No quiero olvidar, Abba, la experiencia fundamental de mi vida: ser tu Hijo. En cuanto a semejante relación, la experimento de modo vivo: los cielos se rasgaron, desde entonces, comenzó a brillar una nueva aurora, iluminada por tu voz.

Sí, ¡esa era tu verdadera voz! Y me descubrí a mí como tu Hijo muy querido, Abba.

Hoy, Abba, anuncié una de las experiencias más penosas que quizá hayan de enfrentar los que estén dispuestos a seguirme. Su decisión puede afectar a su familia, destruyendo relaciones, al causar enemistad entre sus propios parientes. Los exhorté a amarme más que a sus padres y a sus hijos. ¿Acaso no pertenece a mi vocación desplegar tus potencialidades, Abba, dando todo lo que puedes dar a través de mí, a quienes has pedido que me escuchen? En mí actúa ese amor eterno, tan tuyo, que asegura la vida, prometiendo el infinito.

Al volver la mirada a las fases recorridas en mi caminar, soy consciente que, a partir de mi experiencia de filiación, Abba, por una preciosa gracia de fecundidad me percibo semejante a ti.

Es en el corazón de esta experiencia, Abba, donde late mi identidad, identidad que cada vez intuyo mejor, mi ser Hijo.

A media noche y en el silencio más espléndido, te pido, mi querido Abba, des valentía y entusiasmo a quienes decidan seguirme.

«Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley.» (Heb. 10,8)

Un sacrificio eterno atraviesa la historia

LA HOMILÍA DEL P. OSCAR

Homilía  P. Oscar – 22/12/2024

REFLEXIONES VARIAS

P. Obispo Jorge Scheinig
Reflexión de Navidad – 23/12/2024

LLEGARON LAS AGENDAS

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

La esperanza cristiana, mientras nos invita a la paciente espera del Reino que germina y crece, exige de nosotros la audacia de anticipar hoy esta promesa, a través de nuestra responsabilidad y nuestra compasión.

La esperanza cristiana no es un final feliz que hay que esperar pasivamente; es la promesa del Señor que hemos de acoger aquí y ahora, en esta tierra que sufre y que gime.

En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti!

Si Dios viene, aun cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, entonces podemos decir: la esperanza no ha muerto, la esperanza está viva, y envuelve nuestra vida para siempre.

La Puerta Santa que se abre en la noche de #Navidad es una invitación a cumplir un pasaje, una pascua de renovación, a entrar en esa vida nueva que nos ofrece el encuentro con Cristo.