SANTO TOMÁS MORO, MÁRTIR INGLÉS

Grande era su reputación de hombre recto y jovial, juez justo, culto y estimado por los humanistas europeos, tanto que Erasmo de Rotterdam le dedicó su «Elogio de la locura». Fue muy amado por el pueblo por su caridad, y también muy conocido por su sentido del humor y su fino intelecto, como se evidencia en sus obras y su vida. Pero Tomás Moro era, ante todo, un hombre de fe. Hijo de un abogado, nació en Londres en 1478. En su vida privada visitaba con frecuencia a los franciscanos de Greenwich y pasó un período en la Cartuja de Londres. Su primer matrimonio fue con Jane Colt de quien tuvo 4 hijos y luego, quedando viudo, se casó con Alice Middleton. Fiel esposo y buen padre, se dedicó a la educación intelectual y religiosa de sus hijos, en su casa siempre abierta a los amigos.

Una estrella en continuo ascenso

En su vida pública lo vemos trabajando como miembro del Parlamento y ocupando varios puestos diplomáticos. En 1516 escribió su obra más conocida, «La Utopía». Enseguida fue juez, presidente de la Cámara de los Comunes y como consejero y secretario del rey, luchó contra la Reforma Protestante. Contribuyó a la redacción de «La defensa de los siete sacramentos», obra que le había valido a Enrique VIII el título de Defensor de la fe. Su ascenso fue veloz e incomparable hasta llegar a la cima. De hecho fue el primer laico en ser nombrado Gran Canciller. Estamos en 1529. En este turbulento contexto politico y religioso, sólo unos pocos años después, en 1532, su vida cambiará de manera decisiva. Tomás sintió que debía renunciar a sus encargos políticos y entonces iniciará otra vida, pero esta vez de pobreza y de abandono para él y su familia.

Muero como fiel servidor del rey, pero primero como servidor de Dios

Su historia está entrelazada con la vida del Rey Enrique VIII, quien, habiendo decidido casarse con Ana Bolena, obligó al Arzobispo Thomas Cranmer a que declarase nulo su matrimonio con Catalina de Aragón y luego, en una escalada de oposición al Papa Clemente VII, se autoproclamó como el Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra. En 1534 el parlamento ratificó la decisiòn del rey con el Acta de Supremacía y el Acta de Sucesión. No obstante que Tomás ya se había retirado del mundo político, en tal situaciòn tan crítica, confirmó valientemente su lealtad al Papa y por eso, en 1534 fue encarcelado en la Torre de Londres, pero esto no fue suficiente para hacerlo retractar. Su «línea defensiva», que era la del silencio, no fue suficiente para salvar su vida. Fue sometido a un juicio, en el curso del cual pronunció una famosa defensa sobre la indisolubilidad del matrimonio, sobre el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y acerca de la libertad de la Iglesia ante el Estado. Fue injustamente condenado por alta traición y decapitado el 6 de julio, pocos días después de que Juan Fisher, del que era un gran amigo, fuera también condenado por las mismas ideas. Por eso, la Iglesia los recuerda a los dos juntos el 22 de junio. Santo Tomás Moro fue un hombre muy apasionado por la verdad y en el discurso de Benedicto XVI en Westminster Hall leemos: «Quisiera recordar la figura de Santo Tomás Moro, el gran erudito inglés y hombre de Estado, quien es admirado por creyentes y no creyentes por la integridad con la que fue fiel a su conciencia, incluso a costa de contrariar al soberano de quien era un “buen servidor”, pues eligió servir primero a Dios».

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

AGENDA

DÍAS Y HORARIOS

Secretaría:
Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
Cáritas:
Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
Misas en la Parroquia:
Miércoles a Sábados: 18.30 hs
Domingos: 10 hs

I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.