La reflexión del Obispo emérito Oscar Ojea
“En esta solemnidad de San Pedro y San Pablo escuchamos el Evangelio de Mateo, la confesión de Pedro. Primero Jesús pregunta, «¿Qué dice la gente acerca de mí?” Es esta preocupación pastoral de Jesús, a él le interesa lo que piensa la gente y primero se los pregunta a sus apóstoles que van a ser pastores, “¿Qué piensa la gente de mí?” cómo tenemos que hablarle, cómo qué cosas tenemos que decirles y luego: “Para ustedes, ¿Quién soy yo?” Esa pregunta profunda que hace que se juegue totalmente una vida, nuestra identidad. Y allí Pedro va a reflejar su identidad. “Tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo”.
A mí se me ocurre que esta palabra alegra a Jesús, alegra el corazón de Jesús. Por eso le responde, «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás.» Y le alegra porque Pedro ha confesado al Dios vivo. Nuestro Dios no es el objeto de un museo. Jesús no es alguien que está en la historia y pasó hace 2000 años. Jesús es el Dios vivo. “Yo soy la madre del verdadero Dios por quien se vive”. Dice la Virgen de Guadalupe en su aparición. Se vive para el Dios vivo; y esto es lo que expresa Pedro. “Tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo”.
Entonces, Jesús de pronto expresa que va a formar una familia, va a formar una Iglesia, va a crear un edificio que no depende de la herencia, de la sucesión de las generaciones, no depende de la carne y de la sangre, no es hereditario pertenecer a la iglesia. No tenemos que descender de nadie en especial. Para pertenecer a la Iglesia solamente se necesita la relación con Cristo. Él es la roca, el fundamento.
Cuántas veces en la Sagrada Escritura del Antiguo Testamento se habla de Dios como la roca, el refugio seguro, donde me apoyo, el Dios fiel, el Dios que no falla, mi roca, mi Dios. Los salmos están colmados de estas expresiones. Bueno, sobre esa roca, la fe de Pedro. La fe de Pedro que va a ser servicio a la unidad de fe de toda la familia. Y sobre esa fe de Pedro que elige vivir su vida colgado de Dios, apoyado en Dios, apoyado en esa roca firme, más allá de sus pecados, más allá de sus negaciones. Pedro elige en este momento vivir para el Dios vivo. De allí se forma esta gran familia que es la Iglesia y que depende de la relación con Jesús. ¿Quién es Jesús para vos? Según respondas a quién es Jesús para vos, vas a formar parte de esta familia, vas a tener una pertenencia, una raíz que te va a hacer feliz, feliz de ti.
Que Dios los bendiga.”.