Pensamientos de San Agustín, San Bernardo y San Antonio de Padua al evangelio de este domingo.
San Agustín: «Recordad conmigo, hermanos, cuáles sean estos dos preceptos. Deberíais conocerlos tan perfectamente que no sólo vinieran a vuestra mente cuando yo os los recuerdo, sino que deberían estar siempre como impresos en vuestro corazón. Continuamente debemos pensar en amar a Dios y al prójimo:
A Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente; y al prójimo como a nosotros mismos. Éste debe ser el objeto continuo de nuestros pensamientos, éste el tema de nuestras meditaciones, esto lo que hemos de recordar, esto lo que debemos hacer, esto lo que debemos conseguir. El primero de los mandamientos es el amor a Dios, pero en el orden de la acción debemos comenzar por llevar a la práctica el amor al prójimo. El que te ha dado el precepto del doble amor en manera alguna podía ordenarte amar primero al prójimo y después a Dios, sino que necesariamente debía inculcarte primero el amor a Dios, después el amor al prójimo».
San Agustín: «Amando al prójimo y preocupándote por él, progresas sin duda en tu camino. Y ¿hacia dónde avanzas por este camino sino hacia el Señor, tu Dios, hacia aquel a quien debemos amar con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente? Aún no hemos llegado hasta el Señor, pero al prójimo lo tenemos ya con nosotros. Preocúpate, pues, de aquel que tienes a tu lado mientras caminas por este mundo y llegarás a aquel con quien deseas permanecer eternamente».
San Bernardo: «El primero y gran mandamiento es este: “Amarás al Señor tu Dios”. Pero nuestra naturaleza es frágil; en nosotros el primer grado del amor es amarnos a nosotros mismos antes que a toda otra cosa, por nosotros mismos… Para impedir que nos deslicemos demasiado fácilmente por esta pendiente, Dios nos ha dado el precepto de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos… Ahora bien, constatamos constantemente que esto no nos es posible sin Dios, sin reconocer que todo nos viene de Él y que sin Él no podemos absolutamente nada. En este segundo grado, pues, el hombre se gira hacia Dios, pero no le ama más que para sí mismo y no por Él».
San Antonio de Padua: «Ámate tal cual Aquel que te ha amado te ha hecho. Despréciate tal como tú te has hecho. Sométete a Aquel que está por encima de ti. Desprecia lo que está por debajo de ti. Ámate de la misma manera que te ha amado Aquel que se entregó por ti. Despréciate por haber despreciado eso que Dios ha hecho y ha amado en ti… ¿Quieres tener siempre a Dios en tu espíritu? Mírate tal como Dios te ha hecho. No busques ser otro que tú mismo, no quieras ser otro que ese que Dios te ha hecho. De esta manera tendrás siempre a Dios en tu espíritu».
Reflexiones que nos ayudan a»caminar».
Me quedo con :»Preocúpate, pues, de aquel que tienes a tu lado mientras caminas por este mundo y llegarás a aquel con quien deseas permanecer eternamente».San Agustín
Y «Ámate tal cual Aquel que te ha amado te ha hecho».San.A de Padua
Sin duda «Todo cierra». Amar al otro, amarse para poder amar al otro.. y para poder amarnos y amar al otro, primero amamos el ser creador de la vida, dador de dones…
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas». (Mateo 22,37-40)
Todo cierra. Ser uno mismo, es tratar de ser aquel que Dios pensó cuando nos creó.
Como dice en la lectura de hoy a los Efesios: «Cada uno de nosotros ha recibido su propio don…», y más adelante… «El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros»…
Todos los dones ordenados al servicio del prójimo.
«Y así el Cuerpo crece y se edifica en el amor», como termina el mismo texto.
Construirnos pareciéndonos cada vez más a lo que Dios pensó para nosotros.
Gracias! muy buena la elección de las tres miradas, reflexión e invitación de tres epocas distintas, y vigencia actual. «No busques ser otro que tú mismo, no quieras ser otro que ese que Dios te ha hecho» -San Antonio de Padua.