Séptimo día: El don de piedad como entrega total en las manos del Padre

Oración inicial: Se enciende la vela.

Espíritu Santo que vives en el corazón inquieto de todo hombre y mujer, regálanos, mediante el don de ciencia, descubrir en la creación que nos has dado los trazos del amor de Dios, quien habla a través del lenguaje de la belleza, y sea para nuestro caminar un permanente descubrimiento de la novedad del Evangelio que nos llama a dignificar la vida de todos.

Para reflexionar:

Hablar de ciencia es algo muy distinto de lo que significa la sabiduría y el entendimiento. Con el don de ciencia podemos penetrar en los recónditos parajes de la comprensión de las leyes de la naturaleza y de la estructura del universo contemplando la belleza de la perfección que dio vida a esa misma naturaleza y que creó el orden inalterable que rige el universo.

A cada invocación respondemos: Ven Espíritu Santo y danos el don de ciencia

  • Para dar solidez a nuestra fe…
  • Para acompañar nuestro trabajo y estudio…
  • Ante la incertidumbre…

Leemos en la Biblia (para la oración personal): Génesis 1, 26-28

Gesto para acompañar la oración: Realizar con nuestro Sacerdote una oración especial con Su Estola en las manos signo del Pastor.

Oración final

Espíritu Santo, tenemos la asombrosa experiencia que estás siempre con nosotros y que nunca nos dejas solos.

Vivifica nuestra memoria agradecida para seguir descubriendo y aprendiendo de lo dones con los que das belleza a nuestra Iglesia Particular.

Muévenos a sentir con el Papa Francisco y con toda la Iglesia Universal para crecer en comunión, participación y misión.

Confiamos en vos.

En este Sínodo, enséñanos a escucharte, a escucharnos, a dialogar y a compartir.

En este Sínodo inspíranos para ver, sentir, pensar y obrar, de una manera nueva.

En este Sínodo anímanos a ser creativos en la Evangelización y en la Catequesis.

Amen.

Dios te Salve María, llena eres gracia…

María de Luján, esperanza de nuestro pueblo, ruega por nosotros

SANTO DEL DÍA || María Magdalena de Pazzi, Santa | Cristovisión

La fecha y el lugar del nacimiento de Santa María Magdalena de Pazzi fue la Florencia del Renacimiento, rica ciudad dominada por la poderosa familia de los Medici. Maddalena, sin embargo, el único renacimiento que espera es el de la Iglesia y el único poder que reconoce es el del amor de Dios. Su fuerza es la oración: una oración ferviente y constante que la acompaña a lo largo de su breve vida. Nacida en 1566 en la noble familia florentina del Geri de Pazzi y bautizada con el nombre de Catalina, desde temprana edad sintió la atracción hacia un diálogo íntimo con Dios. A la edad de 16 años, en 1582, entró en el Monasterio de Santa María de los Ángeles y tomó el nombre de María Magdalena.

La intensa temporada mística

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Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 17, 1b. 20-26

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:«Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste.

Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -Yo en ellos y Tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que Tú me has enviado, y que los has amado a ellos como me amaste a mí.

Padre, quiero que los que Tú me diste estén conmigo donde Yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.

Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero Yo te conocí, y ellos reconocieron que Tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que Tú me amaste esté en ellos, y Yo también esté en ellos.»

Palabra del Señor.

Sexto día: El don de ciencia como camino para descubrir la novedad

Oración inicial: Se enciende la vela.

Espíritu Santo que vives en el corazón de los hijos e hijas, regálanos vivir plenamente unidos a nuestro Padre de Amor, de modo que, en este caminar juntos, nos abandonemos, en una constante actitud orante, cada día con mayor entrega en sus manos providentes y generosas.

Para reflexionar:

El don de piedad hace referencia a ese sentimiento profundo que nos permite sentirnos, y ser en verdad, hijos de Dios. Por este mismo don podemos dar el paso a sentirnos hermanos de todos. Es el don que nos hace familia de Dios. Un don que se extiende y multiplica en el amor de la amistad y que va aún más lejos: el amor a todas las personas reconociendo su valor y su dignidad. La piedad es activa y dinámica, es el amor que quema desde adentro y lleva al encuentro con los demás.

A cada invocación respondemos: Ven Espíritu Santo y alimenta nuestro amor

  • · Junto a nuestros familiares, amigos y compañeros…
  • · En las dificultades de relación con los demás…
  • · Ante los enemigos…
  • · En medio de los problemas de comunicación…

Leemos en la Biblia (para la oración personal): Evangelio de san Mateo 6, 9-14

Gesto para acompañar la oración: Dibujar o recortar manos donde estén escritas las obras que nos proponemos hacer para ayudar a nuestros hermanos

Oración final

Espíritu Santo, tenemos la asombrosa experiencia que estás siempre con nosotros y que nunca nos dejas solos.

Vivifica nuestra memoria agradecida para seguir descubriendo y aprendiendo de lo dones con los que das belleza a nuestra Iglesia Particular.

Muévenos a sentir con el Papa Francisco y con toda la Iglesia Universal para crecer en comunión, participación y misión.

Confiamos en vos.

En este Sínodo, enséñanos a escucharte, a escucharnos, a dialogar y a compartir.

En este Sínodo inspíranos para ver, sentir, pensar y obrar, de una manera nueva.

En este Sínodo anímanos a ser creativos en la Evangelización y en la Catequesis.

Amen.

Dios te Salve María, llena eres gracia…

María de Luján, esperanza de nuestro pueblo, ruega por nosotros

María Auxiliadora - Arquidiócesis de México

Los primeros cristianos en Grecia, Egipto, Antioquía, Éfeso, Alejandría y Atenas, acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en griego se dice «Boetéia» y significa «la que trae auxilios venidos del cielos».

La fiesta de hoy se asocia también a la ingenie victoria de los cristianos en la batalla naval de Lepanto el 7 de octubre de 1571, gracias a las oraciones a María Santísima ordenadas por san Pío V, quien mandó que el título de María Auxiliadora se agregara a las letanías lauretanas.

También esta advocación mariana es querida por la Congregación salesiana dado que san Juan Bosco hizo que se construyera un templo en su honor en Turín y puso bajo su cuidado la obra educativa que inició.