ORANDO CON LA PALABRA

La Iglesia se asemeja a María en su papel de madre. Así como María dio a luz a Jesús, cabeza de la Iglesia, la Iglesia a su vez engendra hijos espirituales que forman el cuerpo místico de Cristo.

La Iglesia da a luz a estos hijos mediante la predicación de la palabra y la administración de los sacramentos. El bautismo, fuente de nueva vida, es como un seno materno del que brotan los nuevos miembros del cuerpo de Cristo.

Tanto María como la Iglesia conciben y dan a luz en el poder del Espíritu Santo. María concibió a Jesús, y la Iglesia engendra a sus hijos en la fe.

María dio a luz a Jesús, quien vino a crear una nueva humanidad. La Iglesia continúa esta obra dando a luz a nuevos cristianos que viven en Cristo.

La relación entre María y la Iglesia va más allá de una simple comparación. Es una relación de origen, donde el nacimiento de la Iglesia está unido al parto de María.

Jesús, nacido de María, es la cabeza de la nueva humanidad. Su nacimiento dio origen a la Iglesia, que como cuerpo, continúa su obra en el mundo.

Los partos de la Iglesia reflejan el de María, completando lo que ella inició. De este modo, ambos partos forman un todo inseparable.

«Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.» (Heb. 1,2)

Engendrado y No Hecho – Templo Nueva Vida

LA HOMILÍA DEL P. OSCAR

Homilía  P. Oscar – 22/12/2024

REFLEXIONES VARIAS

P. Obispo Jorge Scheinig
Reflexión de Navidad – 23/12/2024

LLEGARON LAS AGENDAS

DÍAS Y HORARIOS

Secretaría:
Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
Cáritas:
Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
Misas en la Parroquia:
Miércoles a Sábados: 19.30 hs
Domingos: 10 hs

I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

Que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres. Cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, porque el Hijo de Dios ha venido a curarnos y perdonarnos.

En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones.

La Puerta está abierta, abierta de par en par. Vengan, dejémonos reconciliar con Dios, y entonces nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos.