La Biblia nos muestra a un Dios que actúa directamente en los acontecimientos humanos, y allí aparecen los ángeles: como enviados suyos que hacen presente su poder. Gabriel, Miguel y Rafael irrumpen en la historia para conducir a los hombres al encuentro con el Dios vivo. Son “arcángeles”, es decir, príncipes entre los mensajeros, elegidos para las misiones más grandes.
Miguel —“¿Quién como Dios?”— se presenta en el Apocalipsis como el que combate contra el Maligno y lo derriba. Representa a los mártires, que vencen al enemigo por la sangre del Cordero y por la fuerza de su testimonio. Gabriel —“Fuerza de Dios”— anuncia lo imposible y abre caminos de gracia en la historia. Rafael —“Medicina de Dios”— se hace presencia sanadora que acompaña y restaura.
Ellos nos recuerdan que en medio de nuestras luchas y oscuridades, siempre hay una fuerza de Dios actuando. Su presencia nos invita a levantar la mirada, a reconocer que el cielo está abierto y que Dios nunca abandona a su pueblo.