Cuando la predicación del Evangelio no incomoda a nadie, es porque se ha adaptado a los valores del mundo y ha perdido su fuerza transformadora. Quienes siguen a Cristo con decisión deben optar por Él sin concesiones. Esto, paradójicamente, genera rechazo, persecución y hasta muerte. Los testigos de Cristo son excluidos, difamados, traicionados, encarcelados y asesinados. Ante esta realidad, muchos se preguntan si vale la pena vivir este camino.
Jesús nunca prometió aplausos ni un camino fácil. Pero sí aseguró que quien sea fiel salvará su vida, y que Él dará testimonio de quienes lo hayan reconocido ante los hombres. Por eso, seguir a Cristo siempre vale la pena, porque la Vida triunfa sobre la muerte y nada está por encima del poder de Dios.