Las visiones apocalípticas pueden convertirse en una pesadilla que nos paraliza, o en una oportunidad para renovar nuestra fe y trabajar por el Reino de Dios aquí y ahora. Estos tiempos son un llamado a valorar al ser humano y la vida en todas sus dimensiones.
Los verdaderos signos son los que nos despiertan, nos hacen conscientes de la gracia de Dios que ya está entre nosotros y nos preparan para recibirla con alegría y confianza.
Para Jesús, el presente y el futuro son un tiempo de esperanza: es el momento definitivo de la salvación. Por eso, debemos tomarnos en serio el presente, interpretándolo como una invitación de Dios a transformar este mundo marcado por la muerte en un mundo de vida. Jesús nos asegura que el cambio es posible, aquí y ahora.