Todo lo que no es transfigurado e iluminado por Jesucristo se transforma en una caricatura deformada: si el amor de esposos no es transfigurado en la donación total y permanente al otro, termina por ser una soledad compartida; si la amistad no es transfigurada por la lealtad y sinceridad, termina por ser una búsqueda egoísta del otro; etc.
Cualquier dimensión de nuestra vida o de nuestro mundo que no exponemos a la luz de Jesucristo termina por perder su verdadero sentido y finalidad.
Para vivir este proyecto, la respuesta viene de la voz que escucharon los discípulos, que nos invita a seguir escuchando a Jesús. A Jesús no se le puede escuchar si no es siguiéndolo.