El Servidor señala un nuevo camino que se debe recorrer para llegar a implantar el verdadero derecho, que no se caracteriza por la imposición, sino por la invitación amorosa y el servicio humilde. Jesús, como el Siervo de Yahvé, vive y enseña un amor que transforma y una justicia que libera.
Es un llamado a los discípulos de Jesús a adoptar en nuestra vida su mismo estilo: ayudar, socorrer y hacer revivir a todos aquellos en que la vida se encuentra amenazada. Este estilo responde a las necesidades y a los más íntimos deseos del corazón de todo hombre, y es la piedra fundamental sobre la que se construye toda vida cristiana verdadera.