El bautismo de Jesús

Padres de la Iglesia y el nuevo catecismo nos enseñan sobre el bautismo de Jesús.

San Pedro Crisólogo: «Hoy entra Cristo en las aguas del Jordán, para lavar los pecados del mundo: así lo atestigua Juan con aquellas palabras: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Hoy el siervo prevalece sobre el Señor, el hombre sobre Dios, Juan sobre Cristo; pero prevalece en vistas a obtener el perdón, no a darlo».

San Ambrosio: «Fue bautizado el Señor, no para purificarse, sino para purificar las aguas, a fin de que, purificadas por la carne de Jesucristo, que no conoció el pecado, tuviesen virtud para bautizar a los demás».

San Basilio Magno: «El bautismo tiene una doble finalidad: la destrucción del cuerpo de pecado, para que no fructifiquemos ya más para la muerte, y la vida en el Espíritu, que tiene por fruto la santificación; por esto el agua, al recibir nuestro cuerpo como en un sepulcro, suscita la imagen de la muerte; el Espíritu, en cambio, nos infunde una fuerza vital y renueva nuestras almas, pasándolas de la muerte del pecado a la vida original. Esto es lo que significa renacer del agua y del Espíritu, ya que en el agua se realiza nuestra muerte y el Espíritu opera nuestra vida».

San Gregorio de Nacianceno: «Honremos hoy, pues, el bautismo de Cristo y celebremos como es debido esta festividad. Procurad una limpieza de espíritu siempre en aumento. Nada agrada tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre, ya que para Él tienen lugar todas estas palabras y misterios; sed como lumbreras en medio del mundo, como una fuerza vital para los demás hombres; si así lo hacéis, llegaréis a ser luces perfectas en la presencia de aquella gran luz, impregnados de sus resplandores celestiales, iluminados de un modo más claro y puro por la Trinidad, de la cual habéis recibido ahora, con menos plenitud, un único rayo proveniente de la única Divinidad, en Cristo Jesús, nuestro Señor, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén».

CATECISMO DE LA IGLESIA

El bautismo de Jesús
536: El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores; es ya «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29); anticipa ya el «bautismo» de su muerte sangrienta. Viene ya a «cumplir toda justicia» (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros pecados. A esta aceptación responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo. El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a «posarse» sobre él. De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo, «se abrieron los cielos» (Mt 3, 16) que el pecado de Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación.

1224: Nuestro Señor se sometió voluntariamente al Bautismo de S. Juan, destinado a los pecadores, para «cumplir toda justicia» (Mt 3, 15). Este gesto de Jesús es una manifestación de su «anonadamiento» (ver Flp 2, 7). El Espíritu que se cernía sobre las aguas de la primera creación desciende entonces sobre Cristo, como preludio de la nueva creación, y el Padre manifiesta a Jesús como su «Hijo amado» (Mt 3, 16-17).

1225: En su Pascua, Cristo abrió a todos los hombres las fuentes del Bautismo. En efecto, había hablado ya de su pasión que iba a sufrir en Jerusalén como de un «Bautismo» con que debía ser bautizado. La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Jesús crucificado son figuras del Bautismo y de la Eucaristía, sacramentos de la vida nueva: desde entonces, es posible «nacer del agua y del Espíritu» para entrar en el Reino de Dios.

El Bautismo cristiano
1267: El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo. «Por tanto… somos miembros los unos de los otros» (Ef 4, 25). El Bautismo incorpora a la Iglesia. De las fuentes bautismales nace el único pueblo de Dios de la Nueva Alianza que trasciende todos los límites naturales o humanos de las naciones, las culturas, las razas y los sexos: «Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo» (1 Cor 12, 13).

1269: Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no se pertenece a sí mismo, sino al que murió y resucitó por nosotros. Por tanto, está llamado a someterse a los demás, a servirles en la comunión de la Iglesia, y a ser «obediente y dócil» a los pastores de la Iglesia y a considerarlos con respeto y afecto. Del mismo modo que el Bautismo es la fuente de responsabilidades y deberes, el bautizado goza también de derechos en el seno de la Iglesia: recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de Dios y ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia.

1270: Los bautizados «por su nuevo nacimiento como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia» y de participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

«Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses.» (Js. 24,16)

LA HOMILÍA EN LA PARROQUIA

P. Oscar- 1/9/2024

REFLEXIONES VARIAS

Obispo Jorge García Cuerva – 1/9/2024

P. Norberto Chirigliano – 31/8/2024

AGENDA

  • domingo 08 - 00:00 hs
    COLECTA + X -
  • domingo 08 - 16:00 hs
    MISA EN SENDEROS DE PAZ

CÁRITAS PARROQUIAL

DÍAS Y HORARIOS

Secretaría:
Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
Cáritas:
Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
Misas en la Parroquia:
Sábados: 18.30 hs
Domingos: 10 hs

I SÍNODO ARQUIDIOCESANO

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

La belleza de existir no se experimenta tanto en los grandes acontecimientos y momentos de éxito, sino más bien en la lealtad y el amor con que nos esforzamos por crecer juntos cada día.

Que este Reino encuentre plena acogida en esta tierra, para que todos los pueblos de Papúa Nueva Guinea, con la variedad de sus tradiciones, convivan en armonía y den al mundo un signo de fraternidad.

Un pueblo que reza tiene futuro, sacando fuerza y esperanza de lo alto.