29. Nuestra oración personal y nuestras celebraciones litúrgicas comunitarias, deben acercarnos al Señor de verdad. A veces sospecho que en algunas de nuestras oraciones y celebraciones el Señor Jesús está ausente, falta su presencia o por lo menos, no la experimentamos. Necesitamos aprender a rezar y a celebrar en la Presencia del Señor. Les pido que no demos por hecho que el Señor está porque cumplimos los ritos personales o comunitarios. En las celebraciones de nuestras comunidades, en general se canta poco, o no se canta, se reza para adentro, casi en silencio, se llega justo a horario o tarde, los otros parecen que son de otro lugar, nos da lo mismo que estén o que no estén, se cuidan ciertos ritos, pero no procuramos participar todos de manera activa, consciente y fructuosa. ¿Se imaginan a Jesús caminando con sus discípulos y verlos rezar o celebrar así? ¿Qué se imaginan les diría? ¿Qué fibras interiores tocaría para invitarlos y provocar su conversión? Bueno, eso mismo nos diría y haría hoy con nosotros.

¿Cómo son nuestras celebraciones? ¿Alegres, fraternas, iluminadoras, esperanzadas?

¿Salimos de ellas reconfortados, animados, con nuevas energías para ir a nuestros hermanos?

¿Qué propósito podría hacer para vivir en la próxima celebración en la que participe?

28. Si pudiésemos abrirnos al Señor para experimentar que lava nuestras miserias, podríamos llegar a ser muy misericordiosos con nuestros hermanos. Eso está necesitando nuestro entorno cotidiano, gestos de misericordia concretos, capaces de transformar los males que nos agobian y oprimen desde la raíz. Quiero decir, que somos responsables de dar un poco de luz, de paz, de fortaleza, de sentido de la vida, sobre todo, a aquellas personas que están viviendo un momento difícil. Muy especialmente a los enfermos, pobres y sufrientes, a los que se les está haciendo muy pesada la vida de todos los días. Por el contrario, la indiferencia, el desentendernos, la frialdad hacia las hermanas y los hermanos con los que convivimos, se convierten en los gestos antievangélicos que de una u otra manera terminan des-evangelizando.

¿Pensaste alguna vez que podríamos estar des-evangelizando con nuestros gestos?

Hoy dirijamos nuestros pensamientos hacía aquellos que nos son cercanos y que sufren, y hagámonos la pregunta ¿cómo llevarles paz, luz, fortaleza, sentido a sus vidas?

27. Los gestos del amor y del servicio, al estilo del lavado de los pies, no vienen por ser más o menos creativos, sino, vienen si le ponemos pasión a cada relación, si vivimos apasionados por el otro y no permitimos que nuestro corazón se enfríe y se convierta en una roca. Piénsenlo en sus relaciones cotidianas: la de los esposos, los padres con sus hijos, los familiares, los amigos, los compañeros de trabajo y de la vida, los vecinos, etc. En cualquiera de estos vínculos fundamentales, seguramente en esta cuaresma podés sentirte interpelada/o a realizar hacia el otro un gesto concreto, jugado e inédito. ¡Pensalo, rezalo y hacelo! No lo dudes, ¡Hacelo! ¡Arriesgate!

¡Apasionados en nuestras relaciones!

26. Para experimentar la presencia cotidiana del Señor, les propongo cuatro acciones: tener gestos concretos que expresen nuestra fe; rezar y celebrar; meditar la Palabra de Dios; pedir perdón y perdonar. Cada uno de ustedes denles a estas acciones que les sugiero, la prioridad que crean conveniente. Para mí, tienen la misma consistencia y cohesión como para intentar vivirlas simultáneamente a las cuatro. (Carta Pastoral: Caminar Juntos con el Señor, en todo – Cuaresma 2023)

Reflexionemos hoy, en las cuatro acciones que el obispo Jorge nos propone, y pensemos como poder vivirlas personalmente y como comunidad:

Tener gestos concretos que expresen nuestra fe

Rezar y celebrar

Meditar la Palabra de Dios

Pedir perdón y perdonar

25. Necesitamos estar más con Jesús en lo cotidiano de la vida. Aprender a charlar con Él lo que nos va pasando en el día, en la semana. Charlar lo trivial y simple, como lo trascendente y culminante. Podemos ser personas más religiosas y no solamente practicantes de la fe, es decir, vivir el evangelio día a día y no solo los domingos. ¿Cómo se hace?

Antes de escuchar a nuestro obispo responder esa pregunta, ¿cómo la responderíamos nosotros?

¿Charlamos con Jesús como se charla con un amigo, sin reservas, hablando de todo, con una confianza total?

¿Lo sentimos al lado nuestro en cada momento como para intercambiar palabras ante las cosas que nos pasan durante el día, simples o complejas?

24. En este tiempo litúrgico, espiritual y vital, la Iglesia nos invita a vivirlo caminando juntos con Jesús, en todo. La cuaresma es el tiempo para convertirnos más a Él y esto supone un cambio de vida y el primer cambio profundo que debemos hacer es: que Él esté presente en nuestra vida cotidiana, para poder tener la fuerza y la valentía de lavarnos los pies unos a otros.

¿Qué cambios pensás que deberías hacer en tu vida para convertirte más a Jesús?

¿Está Jesús en cada momento del día presente en nuestra vida? ¿Lo sabemos cerca dándonos fuerza y valentía para servir con amor a nuestros hermanos?

Así como lo pensamos individualmente, lo podemos plantear comunitariamente: ¿Qué cambios deberíamos realizar en nuestra vida comunitaria para hacerla más semejante a Jesús?

23. Si nos laváramos los pies unos a otros, la fraternidad humana sería una forma más posible y más cotidiana de la vida.

¿Qué significa para vos la expresión “fraternidad humana”? ¿Es algo abstracto y sólo útil en la región de las ideas o te compromete concretamente?

¿Quiénes son los hermanos a los que deberíamos “lavar los pies”?

¿Qué gestos deberíamos tener hacia aquellos que actúan o piensan distinto en el plano religioso, político, económico y social?

22. Si me preguntasen hoy, qué es para mí evangelizar, diría: “se trata de lavarnos los pies unos a otros”. Quiero decir, se trata de poner por obra lo que creemos con gestos concretos, originales e inéditos, arriesgados y valientes, en los que quede de manifiesto la fuerza del Amor de Dios.

Hacer como hizo Jesús: animarnos a perdonar cuando parece imposible; servir a los que nos hacen daño; llevar la paz donde hay violencia; poner luz en medio de la oscuridad con palabras y gestos de esperanza; dejar de quejarse, haciendo de la queja un modo de convivencia, por el contrario, comprometerse; dar una mano cuando otros se borran; poner la cara por alguien al que hay que defender y cuidar; decir la verdad con coherencia, sin juicios estridentes y con misericordia; vivir en la humildad, caminar juntos, ser sencillos, alegres, fraternos y abrir las puertas. (Carta Pastoral: Caminar Juntos con el Señor, en todo – Cuaresma 2023)

¿Qué es evangelizar para vos?

Si evangelizar es poner en obra la fuerza del Amor de Dios ¿podrías decir que la comunidad parroquial está evangelizando? ¿En qué gestos?

¿Qué nuevos caminos pensás que debemos recorrer para ser una comunidad evangelizadora según el pensar de nuestro Obispo Jorge?

21. La presencia del Señor Resucitado y la novedad de Su Espíritu Santo actuando en ellos y en la comunidad, les haría seguir hablando de todo lo vivido, pero no como un mero recuerdo, sino como novedad permanente, para seguir aprendiendo a vivir como Él. Y nada los abrumará. Ninguna situación difícil, ni siquiera la persecución y el martirio los desviarían ni un poquito del camino trazado por el Maestro y Señor. Aprendieron a dejarse amar y a confiar en el Padre y se convirtieron en testigos auténticos, valientes, audaces, bravos e intrépidos de otra manera de vivir. Aprendieron a vivir en la confianza de que somos sostenidos por Dios en todo y siempre y que nada ni nadie podrá romper esa Alianza de Amor y de confianza. (Carta Pastoral: Caminar Juntos con el Señor, en todo – Cuaresma 2023)

¿Hasta dónde llega nuestra confianza en la presencia del Señor en nosotros y en la comunidad?

Ante situaciones difíciles donde tenemos que dar testimonio del amor del Señor ¿cuáles son nuestras reacciones y actitudes?

¿Confiamos en la alianza de amor indestructible que Dios estableció con nosotros?

20. Para llegar a este momento, hizo falta que ellos “caminaran juntos con el Señor, en todo”. No hubiesen entendido ese lavado, más aún, no hubiesen podido asimilarlo, si les hubiese faltado todo lo demás. Necesitaban “con-vivir” con Jesús. Y también necesitaban vivir Su Pascua así como la vivieron, con miedo, sin entender mucho, cuidando el propio pellejo e igualmente, totalmente amados por el Señor y sin ningún reproche de su parte. Así debían entrar en la experiencia del Resucitado, del Viviente para darse cuenta de la Novedad de esa Alianza, hecha en la Cruz y con la sangre del Hijo, por puro Amor. (Carta Pastoral: Caminar Juntos con el Señor, en todo – Cuaresma 2023)

¿Buscamos entender antes que convivir con el Señor?

¿Descubrimos la cercanía de Jesús también en nuestros miedos e inseguridades?