El Padre Nuestro no es un simple conjunto de palabras y necesidades, sino un camino hacia la intimidad con nuestro Padre celestial: ella nos enseña a dirigirnos a Dios con una confianza filial, llamándolo «Padre» con simplicidad y amor. No sirve «multiplicar palabras vanas», Jesús nos enseña lo esencial, nos muestra que, con el Padre, se puede hablar con sencillez de corazón, porque Él, dice el Señor, «sabe lo que necesitáis antes de pedírselo» (Mt 6,8).