Jesús nos invita a pedir con confianza, sabiendo que el Padre siempre escucha nuestra oración. Pero esto no significa que nos concederá exactamente lo que pedimos, sino que nosotros debemos estar dispuestos a acoger lo que Él quiere. Orar es entrar en la presencia de Dios y sintonizar con su voluntad, con la certeza de que Él busca nuestra salvación. Su amor, que da vida, es eficaz, pero solo se vuelve realidad si lo aceptamos libremente. Dios no se impone, se ofrece como un regalo.
Estar unidos a Jesús también nos lleva a comprender que pedir implica estar dispuestos a dar.