SANTA MARÍA BERNARDITA SOUBIROUS, VIRGEN

Nacida el 7 de enero de 1844 en Lourdes, en el suroeste de Francia, a los pies de los Pirineos, Bernarda Soubirous vivió en completa pobreza, pero con el corazón profundamente dirigido a María. A ella se le apareció varias veces “la Señora”, tal como solía definir a la Virgen, a la Inmaculada Concepción, como se lo reveló la misma Virgen durante la aparición del 25 de marzo de 1858. Bernardita, desde el 11 de febrero hasta el 16 de julio de aquel año, asistió a dieciocho apariciones de María en la Gruta de Massabielle. El Papa Francisco, en su Mensaje para la Jornada Mundial del enfermo de 2017, recordó que “la humilde muchacha de Lourdes” relataba que “la Virgen, a quien ella definía ‘la Bella Señora’, la miraba como se mira a una persona. Estas sencillas palabras describen la plenitud de una relación. Bernardita pobre, analfabeta y enferma, se siente mirada por María como una persona. La ‘Bella Señora’ le habla con gran respeto, sin conmiseración”.

De la fragilidad, un apoyo para los demás

Desde el inicio de las apariciones Bernardita se hizo portavoz de un acontecimiento que tuvo eco en todo el mundo, pasando por numerosos interrogatorios oficiales porque se la sospechaba de impostura. Nada la venció, mientras en los años aumentaba el flujo incontrolado de personas a la Gruta de las curaciones. “Bernardita, después de haber estado en la Gruta, gracias a la oración – explicó el Papa Francisco – transforma su fragilidad para apoyar a los demás, y gracias al amor se vuelve capaz de enriquecer a su prójimo y, sobre todo, ofrece su vida por la salvación de la humanidad. El hecho de que la ‘Bella Señora’ le pida que rece por los pecadores nos recuerda que los enfermos, los que sufren, llevan en sí sólo el deseo de curarse, pero también el de vivir cristianamente su propia vida, llegando a donarla como auténticos discípulos misioneros de Cristo”.

Vocación por los enfermos

A Bernardita María le entrega la vocación de servir a los enfermos y la llama a ser Religiosa de la Caridad: la tarde del 7 de julio de 1866 entra en Saint-Gildard, en la casa madre de la Congregación de las Monjas de la Caridad de Nevers. Constreñida a estar en cama a causa del asma por tuberculosis, por un tumor óseo en la rodilla, falleció a los 35 años de edad. Era el 16 de abril de 1879. Beatificada en 1925, el Papa Pío XI la proclamó santa el 8 de diciembre de 1933. Es protectora de las trabajadoras del y de los pastores.

«Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora.» (Fil. 1,4)

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Homilía  P. Oscar – 22/12/2024

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Obispo Jorge García Cuerva – 15/12/2024

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El hablar bien y no hablar mal, es una expresión de la humildad, y la humildad es el rasgo esencial de la Encarnación, en particular del misterio del Nacimiento del Señor, que nos disponemos a celebrar.