Evangelio según san Mateo 9, 1-8
Ante la incredulidad de los fariseos, Jesús no solo perdona los pecados que el paralítico pudo tener, sino que lo cura de su enfermedad. ¡Alabado seas, Señor! ¡Benditos aquellos que, con fe acuden a ti!
JESÚS SIEMPRE PERDONA NUESTROS PECADOS, SÓLO NECESITA UN CORAZÓN ARREPENTIDO Y CONVERTIDO