EL BANQUETE
La mesa está llena.
Se sirven manjares exquisitos:
la paz, el pan,
la palabra
de amor,
de acogida,
de justicia,
de perdón.
Nadie queda afuera,
que si no la fiesta no sería tal.
Los comensales disfrutan
del momento,
y al dedicarse tiempo
unos a otros,
se reconocen,
por vez primera, hermanos.
La alegría se canta,
los ojos se encuentran,
las barreras bajan,
las manos se estrechan,
la fe se celebra…
…y un Dios se desvive
al poner la mesa.
José María Rodríguez Olaizola, sj.