Con la alegría de recibir al «hermano», al «amigo», al «hijo» que conocimos en los inicios de su preparación para el sacerdocio, ayer compartimos la celebración de la misa con el P. Cachi. La alegría de una comunidad numerosa (quizás como hace mucho no se veía) se descubría en cada momento de la celebración, en el fervor del canto, en la alegría del abrazo de paz, en la devoción de la comunión con Jesús.
Gracias Cachi por tu entrega, gracias por la posibilidad que tuvimos de compartir esta celebración, gracias Padre Dios que permanentemente nos mostrás tu misericordia.