«Si quieres, puedes purificarme.»
Si quieres, puedes
hacerme sentir querido.
Si quieres, puedes
incendiarme por dentro
con pasión y evangelio.
Si quieres, puedes
abrir la puerta
de mis jaulas de oro
y empujarme hasta que salga
a la intemperie,
turbulenta e impredecible.
Si quieres, puedes
convertir mi mirada
en esperanza
y mi paso en vuelo.
La pregunta es si yo quiero.
Si no elijo
la isla, el hielo,
la celda,
la niebla o el suelo,
por miedo a tomarte en serio.
Tú sí que quieres.