Cipriano, obispo de Cartago, fue decapitado el 14 de septiembre del año 258. Sus cartas y sus escritos, así como su pasión, revelan su alma de verdadero pastor, siempre en la brecha para sostener a sus hermanos en la persecución y salvaguardar la unidad de la Iglesia, preocupado por dar ejemplo de fidelidad a Jesucristo.
El Papa Cornelio murió exiliado en Civitavecchia, después de un breve episcopado (251-253). Como Cipriano, de quien se había ganado el respeto y la amistad, murió mártir. Por eso, desde el siglo IV, la Iglesia celebraba a Cornelio en su propia cripta, en el día del aniversario de San Cipriano