Transfigurada hasta en su cuerpo, María aparece en la gloria de su Asunción, como la realización plena de la Redención. María, la «Toda hermosa», es también «la que todo lo puede», porque es la Madre de Aquel cuyo Reino no tendrá fin.
Desde hace muchos siglos, el pueblo cristiano la saluda como Reina poderosa por su intercesión.