SANTA GENOVEVA DE PARÍS, VIRGEN

El nacimiento de Genoveva, entre el 411 y el 416 en Nanterre, en un pequeño pueblo en las afueras de París, alegró una familia de la nobleza galo-romana. Como sucede a menudo en las vidas de los santos, gracias a un encuentro especial, su vocación se reveló ya desde muy joven y su vida fue llena de aventuras en el siguimiento de los pasos de Cristo.

El encuentro con San Germán de Auxerre

En el 429, San Germán de Auxerre partió hacia Britania acompañado por San Lobo de Troyes: su misión era cristianizar a esos pueblos y contrarrestar la difusa herejía del pelagianismo. Pasando por París se encontraron con Genoveva, todavía una joven. San Germán reconoce en ella algo particular y dice a sus padres que aquella jovencita tiene una vocación muy especial. Luego se dirige a Genoveva y le pregunta si querría convertirse en la esposa de Cristo y consagrar todo su amor exclusivamente sólo para él. La joven no duda un momento.

La amenaza de los Hunos de Atila

Así es como Genoveva consagra su amor exclusivamente a Cristo crucificado. Por eso se viste diferente de las otras jóvenes, adopta una dieta vegetariana, usa cilicio y ayuna muy frecuentemente, y se queda en la casa de su padre pero, no es todo, se encierra en una celda durante el periodo que va de la fiesta de la Epifanía al Jueves Santo. En este periodo reza, se dedica a la ascesis y conversa con otros consagrados. En el año 451 se difundió la noticia de que los Hunos dirigidos por el rey Atila, después de haber saqueado varias ciudades del norte de Francia, iban de camino a París. Muchos en la ciudad, terrorizados, querían huir, pero Genoveva exhortó a todos a defender la ciudad: «Dejen que los hombres huyan si ya no pueden luchar, las mujeres rezaremos a Dios hasta que nos escuche». Algunos piden su muerte, por las extrañas exhortaciones de Genoveva, pero al final, París fue defendida por sus habitantes y los Hunos desalentados por la inesperada resistencia, pasaron de lado, y se dirigieronn a Orleans donde fueron derrotados por el general romano Ezio.

Carestías y milagros

Cinco años después, Genoveva y todos los parisinos se enfrentarán a otra seria amenaza: el asedio del rey franco Meroveo y luego de sus hijos. Genoveva se opondrá con valentía, hasta la llegada al trono de Quilderico I – el futuro fundador de la dinastía merovingia – pues presagiava que esa dinastía habría ayudado en futuro a difundir la fe cristiana entre los bárbaros. Mientras tanto, el pueblo sufría una grave hambruna: la santa, al frente de un grupo de once barcas a lo largo del rio Sena, viajó hasta Troyes realizando milagros como la curación de la esposa de un oficial romano, paralizada durante cuatro años, y la sanación de la vista a muchos ciegos. Los agradecidos curados, a su vez le donaron suficiente grano para alimentar a sus conciudadanos. A su regreso a París, Genoveva misma distribuirá el grano y se pondrá a cocer el pan para los pobres. Por esta razón, a partir de su muerte – que ocurrió alrededor del año 500 – hasta que fue proclamada su protectora, los parisinos invocarán a Genoveva contra las grandes calamidades como la peste y el hambre.

«Permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor» (1 Cor. 15,58)

Gente ayudándose unos a otros a escalar una montaña al amanecer Dando la  mano y el concepto de trabajo en equipo | Foto Premium

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Oscar – 9/3/2025

REFLEXIONES VARIAS

Obispo Jorge García Cuerva – 9/3/2025

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    En nuestras sociedades, demasiado supeditadas a la lógica del mercado y en las que todo corre el riesgo de quedar sujeto al interés, el voluntariado es signo de esperanza, porque testimonia el primado de la gratuidad, de la solidaridad y del servicio a los más necesitados.

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