Santa Faustina Kowalska, la gran apostolada de la Divina Misericordia, nace el 25 de agosto de 1905, en Polonia, en el pequeño pueblo de Glogowiec. Sus padres, Marianna y Stalisnao Kowalski, humildes campesinos y fervientes cristianos, le trasmiten una fe profunda y autentica. Bautizada con el nombre de Elena, la santa, ya a la edad de siete años advierte la llamada a la vida religiosa pero, no teniendo el consentimiento de sus padres, no puede cumplirla. La tercera de diez hijos, Sor Faustina abandona la escuela después de casi tres años y comienza a trabajar como doméstica en la casa de algunas familias adineradas para poder mantener y ayudar a su familia. A los 20 años madura definitivamente la elección de la vida religiosa, impulsada por una visión de Cristo sufriente que le dice: “¿Cuánto tiempo te deberé soportar aún? ¿Hasta cuándo me engañarás?”
El 10 de agosto de 1925 entra en el Convento de las Monjas de la Beata Virgen María de la Misericordia, en Varsovia, y elige el nombre de Sor María Faustina. Pasa trece años de vida religiosa en el interior de varios conventos de la congregación, trabajando como cocinera, jardinera y portera. Trabajos realizados con dedicación y humildad y con una actitud de confidencialidad y disponibilidad. Abundantes son las gracias que el Señor le dona, de las cuales los estigmas son la señal visible más evidente. Numerosas, también, las revelaciones y las visiones que, como le sugirieron sus padres confesores, la santa anota en su diario, hoy traducido en numerosos idiomas. Muere con tan sólo 33 años, el 5 de octubre de 1938, en Cracovia, consumida por la tuberculosis.
La secretaria de la Divina Misericordia
El 22 de febrero de 1931 anota en su diario: “Estando en mi celda vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca: una mano levantada para bendecir, mientras la otra tocaba su pecho la túnica ligeramente entreabierta que dejaba salir los dos grandes rayos, uno rojo y otro pálido (…). Un instante después, Jesús me dice: “Pinta una imagen según el modelo que ves, y que debajo esté escrito: Jesús, confío en ti. Deseo que esta imagen sea venerada primero en vuestra capilla, y después en el mundo entero. Prometo que el alma que venere esta imagen, no perecerá… porque yo mismo la defenderé como mi propia gloria” (D. 47-48).
La imagen es pintada y tiene una gran difusión, junto a otras nuevas formas de culto de la Divina Misericordia que Jesús mismo pide a Sor Faustina de divulgar: la fiesta de la Divina Misericordia en el primer domingo después de Pascua, la Coronilla de la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (15:00).
A la humilde religiosa polaca, que amaba llamar secretaria de mi misterio más profundo, Jesús encomienda su mensaje de amor para cada hombre: “En el Antiguo Testamento enviaba a los profetas con truenos a mi pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con mi Misericordia. No quiero castigar a la humanidad que sufre, pero quiero sanarla y sostenerla en mi corazón misericordioso” (D. 522).
La devoción de Mons. Wojtyla
La devoción a Jesús misericordioso conoce una rápida difusión en Polonia inmediatamente después de la muerte de Sor Faustina. En los años sesenta, el entonces arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, promueve el proceso informativo relativo a su vida y a sus virtudes. Ya siendo Papa, Juan Pablo II la proclama Beata el 18 de abril de 1993 y santa el 30 de abril del 2000, anunciando, en esta misma fecha, la institución del Domingo de la Divina Misericordia. Fue precisamente en la vigilia de esta fiesta, el 2 de abril de 2005, cuando el Papa polaco alcanzó la casa del Padre. Fue una de los santos patrones del Jubileo de la Misericordia iniciado por Papa Francisco.