SAN PEDRO CLAVER, SACERDOTE JESUITA

“¿Cómo puedo amar de verdad al Señor? ¿Qué debo hacer para agradarle? Enséñamelo. Él me da un gran deseo de ser todo suyo, pero no sé qué hacer”. Esta era la pregunta que Pedro Claver, estudiante de filosofía en Palma de Mallorca (España) dirigía al portero del convento de los jesuitas, Alfonso Rodríguez. Éste, tras haber rezado largo tiempo, exhortó al joven a partir para evangelizar en América.

De España a Cartagena

Pedro, nacido en Verdú (Cataluña, España) el 25 de junio de 1581, no provenía de una familia noble. Hizo el noviciado en Tarragona, los estudios filosóficos en Palma de Mallorca, e inició los teológicos en Barcelona. Aún no los había terminado cuando fue destinado a la misión en Nueva Granada –antiguo nombre de Colombia-.

El joven desembarcó en Cartagena en 1610, y fue ordenado sacerdote en 1616 en la misión en la que, durante 44 años, operó entre los esclavos afroamericanos, en un periodo de auge de la trata de seres humanos.

Siervo de los esclavos

Educado en la escuela del misionero Alfonso de Sandoval, Pedro hizo voto de servir siempre a los esclavos africanos, “Aethiopum semper servus” –ya que en la época todos ellos eran llamados “etíopes”-. Las costas en las que se desembarcaba a miles de personas, arrancadas sin piedad de su tierra y su propia vida, se convirtieron en el campo del apostolado del joven jesuita.

Cada mes, cuando se anunciaba la llegada de nuevos esclavos hacinados en las naves, Pedro Claver salía a su encuentro con su barca para llevarles alimentos, socorro y consuelo. Despertaba en cada uno el sentido de la propia dignidad humana, llevaba la fe a los no bautizados, elevaba a todos al conocimiento y a la práctica de las virtudes evangélicas. Curaba sus heridas, y para alimentarlos y vestirlos llamaba a todas las puertas pidiendo limosna. Con el fin de instruirlos, aprendió la lengua de los angoleños, y se rodeó además de un grupo de 18 intérpretes. A causa de su incansable labor, fue acusado de “celo incauto” y de haber profanado los sacramentos al impartirlos a criaturas que “a duras penas poseen un alma”.

La muerte en medio del abandono y la contemplación

En 1650 Pedro enfermó de peste; sobrevivió, pero durante el resto de su vida ya no pudo trabajar. Transcurrió los últimos cuatro años de su existencia terrena inmovilizado en la enfermería del convento. El hombre que había sido el alma de la ciudad, padre de los pobres y consolador de tantas desdichas, fue completamente olvidado por todos, y pasó el tiempo en oración.

Pedro Claver murió el 8 de septiembre de 1654. Fue elevado a los altares el 16 de julio de 1850 por el Beato Pío IX, y canonizado el 15 de enero de 1888 por León XIII, junto con Alfonso Rodríguez. El 7 de julio de 1896 fue proclamado patrón de todas las misiones católicas entre los africanos.

«Permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor» (1 Cor. 15,58)

Gente ayudándose unos a otros a escalar una montaña al amanecer Dando la  mano y el concepto de trabajo en equipo | Foto Premium

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Oscar – 9/3/2025

REFLEXIONES VARIAS

Obispo Jorge García Cuerva – 9/3/2025

CALENDARIO SAN CAYETANO

AGENDA

  • Misa en Centro Madre Teresa
    sábado 15 - 17:00

INTENCIONES

Escribí tu intención, rezaremos por ella:






    DÍAS Y HORARIOS

    Secretaría:
    Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
    Cáritas:
    Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
    Misas en la Parroquia:
    Miércoles a Sábados: 19.30 hs
    Domingos: 10 hs

    I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

    3 MINUTOS DE RETIRO

    MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

    Pienso en las personas que, de diversos modos, están cerca de los enfermos y son para ellos un signo de la presencia del Señor. Necesitamos esto, el “milagro de la ternura” que acompaña a quien está pasando un momento difícil y lleva un poco de luz en la noche del dolor.

    En nuestras sociedades, demasiado supeditadas a la lógica del mercado y en las que todo corre el riesgo de quedar sujeto al interés, el voluntariado es signo de esperanza, porque testimonia el primado de la gratuidad, de la solidaridad y del servicio a los más necesitados.

    A veces caemos ante la tentación: todos somos pecadores. Pero la derrota no es definitiva, porque Dios nos levanta de cada caída con su perdón, infinitamente grande en el amor.

    INTENCIONES DEL PAPA