SAN PEDRO CANISIO, SACERDOTE JESUITA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

La somnolencia de los buenos 

“Vean, Pedro duerme, Judas está despierto”.Estas palabras de Pieter  Kanijs son citadas por el papa Benedicto XVI al inicio de la Cuaresma de 2011, y definidas como “un grito de angustia en su momento histórico”, destinadas a sacudir “la somnolencia de los buenos”.

Nacido en 1521 en Nimega, un pueblo holandés que entonces se encontraba en el ducado germánico de Güeldres y por lo tanto en el Sacro Imperio Romano Germánico.

“Tú conoces, Señor, de cuántas maneras y cuántas veces en aquel mismo día me has confiado Alemania por la cual enseguida habría continuado a ser solícito, por la cual habría deseado vivir y morir”.

Ingresó a la Compañía de Jesús en 1543, después de haber realizado los Ejercicios Espirituales bajo la dirección de Pedro Fabro, y participó en el Concilio de Trento en 1547 y en 1562, expresamente llamado por el obispo de Augsburgo, cardenal Otto Truchsess von Waldburg. En esa ocasión comenzó a usar la forma latina de su nombre.

En el espíritu de la Reforma católica promovida por el Concilio tridentino, su principal misión fue el despertar las raíces espirituales de los fieles individuales y del cuerpo de la Iglesia en su conjunto.

Recorriendo Europa

Después de un breve tiempo en Roma y en Messina, fue enviado al ducado de Baviera, donde trabajó como decano, rector y vice-canciller de la universidad de Ingoldstadt. Luego en Viena, donde fue administrador de la Diócesis y popularísimo predicador en la Catedral de San Esteban, dedicándose también al ministerio pastoral en hospitales y cárceles.  En 1556 fue nombrado primer Padre provincial de la Provincia de la Alemania Superior. Creó en los países germánicos una red de comunidades y colegios jesuitas, siempre en el espíritu de apoyo a la reforma católica; con el mismo fin, participó en importantes negociaciones, en calidad de representante oficial de la Iglesia.

“En su amorosa providencia, -ha escrito san Juan Pablo II en su carta a los Obispos alemanes con ocasión del IV centenario de su muerte- Dios hizo de san Pedro Canisio su propio embajador en un período en el que la voz del anuncio católico de fe en los Países de lengua alemana arriesgaba con silenciarse.”

“Embajador del anuncio católico”

“San Pedro Canisio transcurrió buena parte de su vida en contacto con las personas socialmente más importantes de su tiempo y ejercitó una influencia especial con sus escritos. Fue editor de las obras completas de san Cirilo de Alejandría y de san León Magno, de las Cartas de san Jerónimo y de las Oraciones de san Nicolás de Fluë. Publicó libros de devoción en varias lenguas, las biografías de algunos Santos suizos y muchos textos de homilética. Pero sus escritos más difundidos fueron los tres Catecismos compuestos entre 1555 y 1558. El primer Catecismo estaba destinado a los estudiantes en condiciones de entender nociones elementales de teología; el segundo a los muchachos del pueblo para una primera instrucción religiosa; el tercero a los chicos con una formación escolástica a nivel de escuelas medias y superiores. La doctrina católica era expuesta con preguntas y respuestas, brevemente, en términos bíblicos, con mucha claridad y sin acentos polémicos. Solamente durante el lapso de su vida ¡las ediciones de este Catecismo han sido 200!”

Su actividad en favor de la Reforma católica, sostenida por maneras afables y corteses, encontró el pleno favor ya sea del emperador Fernando I que del papa Gregorio XIII: no amaba subrayar herejías o errores en la doctrina sino evidenciar los aspectos de perenne novedad de la doctrina católica.

En sus últimos años fundó en Friburgo (Suiza) en 1580, el colegio Sankt Michael, que luego fue  transferido a Feldkirch y finalmente a St. Blasien en la Selva Negra. A su muerte, el 21 de diciembre de 1597, fue sepultado en la iglesia universitaria de Friburgo Sankt Michael.  

Conexiones: 

Papa Benedicto XVI, audiencia general del 9 de febrero 2011

https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/it/audiences/2011/documents/hf_ben-xvi_aud_20110209.html 

Papa Juan Pablo II, carta a los Obispos alemanes con ocasión del IV centenario de la  muerte de Pedro Canisio

http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/it/letters/1997/documents/hf_jp-ii_let_19970925_canisio.html

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.