Mateo, a quien Lucas y Marcos llaman Leví, era hijo de Altea y natural de Cafarnaún. La vocación de este recaudador de impuestos constituye uno de los episodios más populares del ministerio de Cristo en Galilea.
No sabemos casi nada de su actividad apostólica después de la Ascensión de Jesús, pero Mateo nos ha dejado el primero de los Evangelios, en el que mejor se destaca la continuidad entre la Antigua y la Nueva Alianza y a través del cual comunicó la Buena Noticia a todas las generaciones sucesivas.