El patriarca de Constantinopla, Juan I (349-407), recibió el nombre de Crisóstomo («Boca de oro») por sus excepcionales dotes de orador. Formado en Siria en la ruda disciplina de los monjes, fue ante todo un intrépido defensor de los pobres frente al lujo insolente de los ricos. Por causa de esto, murió desterrado en la región del Cáucaso.
