SAN JOSÉ, PATRÓN DE LA IGLESIA

Un hombre justo

Lo primero que nos dice el Evangelio de Mateo sobre José es que es un hombre justo.  Ante el inexplicable embarazo de María, su prometida, no piensa en su propio orgullo o en su dignidad herida: piensa en salvarla de la maldad de la gente y de la lapidación a la que podía ser condenada. Como no quiere repudiarla públicamente, planea despedirla en secreto. Pero pronto, en medio de esa comprensible angustia, de ese gran sufrimiento, el amor de Dios llega para consolarlo: un ángel le habla y le inspira la elección más justa, que es la de no tener miedo: “No temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Mt 1,20).

Un hombre obediente

Un ángel acompaña a José en los momentos más difíciles de su vida. Su actitud ante las palabras del mensajero celeste es siempre de confiada obediencia: toma a María como su esposa; y cuando el ángel, después del nacimiento de Jesús, regresa para advertirle del peligro de la persecución de Herodes, escapa con su familia durante la noche a Egipto, un país extranjero, donde debe comenzar todo de nuevo y buscar un trabajo -en el capítulo 13 de Mateo, se nos habla de su oficio como artesano, cuando los habitantes de Nazaret se preguntaban sobre Jesús: ¿No es éste el hijo del carpintero?-.

Cuando el ángel regresa de nuevo y le avisa de la muerte de Herodes, aconsejándole que regrese a Israel, José conduce a María y Jesús a Galilea, a Nazaret, siempre obediente al mensajero del Señor.

Padre putativo

Sin duda alguna, José ama a Jesús con toda la ternura que un padre tiene por su propio hijo: hace todo lo posible por proteger y educar este misterioso niño, obediente y sabio, que le ha sido confiado.  

Educar a Jesús: la inmensa desproporción de decir al Hijo de Dios lo que es justo y lo que no lo es. Debió ser humanamente difícil, después de buscarlo tres días con angustia, cuando Jesús, sin advertir a sus padres, se quedó en el templo discutiendo con los doctores de la ley, escuchar a ese niño de doce años que le decía: “¿No sabían que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”. Tal vez es el mismo sentimiento de pérdida que todo padre siente cuando se da cuenta de que sus hijos no le pertenecen, sino que su destino está en las manos de Dios.

Protector de los moribundos

José no aparece en ninguno de los cuatro Evangelios durante la vida pública de Jesús, ni en el Calvario, ni en el momento de la Resurrección. Se deduce que murió antes de que Jesús iniciara su predicación. Según la tradición, José habría muerto teniendo a su lado a María y a Jesús, y por esta razón se le invoca como protector de los moribundos, ya que todos deseamos dejar esta tierra teniendo a nuestro lado a Jesús y a su Madre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

«Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses.» (Js. 24,16)

LA HOMILÍA EN LA PARROQUIA

P. Oscar- 1/9/2024

REFLEXIONES VARIAS

Obispo Jorge García Cuerva – 1/9/2024

P. Norberto Chirigliano – 31/8/2024

AGENDA

  • sábado 07 - 00:00 hs
    COLECTA + X -
  • sábado 07 - 16:00 hs
    FIESTAS PATRONALES CENTRO MADRE TERESA
  • domingo 08 - 00:00 hs
    COLECTA + X -
  • domingo 08 - 16:00 hs
    MISA EN SENDEROS DE PAZ

CÁRITAS PARROQUIAL

DÍAS Y HORARIOS

Secretaría:
Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
Cáritas:
Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
Misas en la Parroquia:
Sábados: 18.30 hs
Domingos: 10 hs

I SÍNODO ARQUIDIOCESANO

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

La belleza de existir no se experimenta tanto en los grandes acontecimientos y momentos de éxito, sino más bien en la lealtad y el amor con que nos esforzamos por crecer juntos cada día.

Que este Reino encuentre plena acogida en esta tierra, para que todos los pueblos de Papúa Nueva Guinea, con la variedad de sus tradiciones, convivan en armonía y den al mundo un signo de fraternidad.

Un pueblo que reza tiene futuro, sacando fuerza y esperanza de lo alto.