San José Cafasso, en palabras de Benedicto XVI, «…fue sobre todo formador de párrocos y de sacerdotes diocesanos, más aún, de sacerdotes santos, entre ellos san Juan Bosco. No fundó institutos religiosos, su «fundación» fue la «escuela de vida y de santidad sacerdotal»». En la ciudad de Turín del 1800, este luminoso modelo de vida sacerdotal fue llamado «el Santo de la horca». Una definición directamente relacionada con su compromiso con los prisioneros condenados a muerte en la cárcel de «Le Nuove» de Turín, hoy en desuso y transformada en un conmovedor museo que retrata las condiciones degradantes en las que vivían los prisioneros. A los prisioneros, de los que ahora es el santo protector, expresaba una inmensa misericordia, un poderoso vehículo de amor paternal y consolador de Dios. Precisamente por su asidua misión al lado de los últimos, se le recuerda también como uno de los llamados Santos sociales de Turín, una docena de religiosos y laicos muy doctos que, entre los siglos XIX y XX, orientaron su trabajo pastoral a la solución de las urgencias sociales de la ciudad y de todos los desplazados.
La figura del verdadero pastor
José Cafasso nació en una familia de campesinos en Castelnuovo de Asti en 181 y fue ordenado sacerdote en Turín en 1834. Pasó su vida en el internado eclesiástico de la capital piamontesa, del que llegó a ser director. Compañero y padre espiritual de Don Bosco (1815-1888). Don Cafasso se distinguió no sólo por su enseñanza en el seminario mayor de Turín, sino también por la delicadeza y la serenidad que supo transmitir a la gente. Se hizo tan conocido y amado entre sus conciudadanos que le pidieron que fuera su representante en la Cámara del Reino, pero Cafasso se negó. «El Día del Juicio Final – comenta – el Señor me preguntará si fui un buen sacerdote y no un buen diputado».
El verdadero pastor
Lo que le interesaba era la figura del verdadero pastor con una rica vida interior y un profundo celo pastoral: fiel a la oración, comprometido en la predicación, dedicado a la celebración de la Eucaristía y al ministerio de la Confesión. San José Cafasso, buscó realizar este modelo en la formación de jóvenes sacerdotes, para que, a su vez, fueran formadores de otros sacerdotes, religiosos y laicos. Un legado que se transmitió no sólo en Turín, sino en otras ciudades y por muchas generaciones, como lo atestigua la profunda devoción al Santo, que murió en tal ciudad el 23 de junio de 1860, a la edad de 49 años. Sus restos descansan en el Santuario de la Consolata.