Sacerdote de la Primera Orden (1549 1610). Canonizado por Benedicto XIII el 27 de diciembre de 1726.
Francisco Solano, llamado el San Francisco Javier de las Indias Occidentales, el apóstol de América del Sur, el taumaturgo del nuevo mundo, nació en Montilla, España, el 10 de marzo de 1549, hijo de Mateo Sánchez Solano y de Ana Jiménez, familia noble y acomodada.
A los veinte años vistió el hábito franciscano en el convento de San Lorenzo de Montilla, profesó el 25 de abril de 1570.
Siempre austero en la observancia regular, continuó sus estudios de filosofía y teología en el convento de Sevilla.
Celebró su primera Misa el 4 de octubre de 1576. El 28 de febrero de 1589 con once cohermanos se embarcó y llegó a Cartagena, Colombia, de allí prosiguió hasta Nombre de Dios, en Panamá, región que atravesó a pie para llegar a las costas del Pacífico. Al llegar a Lima fue destinado a Tucumán, a tres mil kilómetros de distancia; atravesó los Andes a pie o en una pobre cabalgadura.
En Tucumán fundó las misiones, de las cuales fue párroco misionero, ejerciendo un difícil pero fecundo apostolado entre los indios, de los cuales se constituyó en evangelizador, civilizador, pacificador y defensor, favorecido varias veces con el don de lenguas.
En 1595 fue nombrado guardián del convento de Santa María de los Angeles en Lima. En 1602 fue hecho guardián de Trujillo.
Predicador enérgico e inspirado, recorrió las calles y las plazas de las ciudades con el crucifijo en la mano. Siempre estaba alegre, recurría a menudo a la música de su violín para descanso espiritual suyo, de sus cohermanos y especialmente de los indios.
Lo que hizo San Francisco Javier en las Indias Orientales, lo hizo San Francisco Solano en las Indias Occidentales.
Murió en Lima el 14 de julio de 1610 a los 61 años de edad.