Conocido como Clemente Romano fue el cuarto Papa, del 88 al 97. Se le recuerda como «Padre Apostólico» por su carta a los Corintios dirigida a restaurar la paz; uno de los documentos más antiguos sobre el primado de la caridad del Papa. Según San Ireneo, «Clemente había visto a los Apóstoles, y su predicación resonaba en sus oídos». En esa carta que, hacia el año 95 escribió a los corintios para exhortarlos a la unidad, Clemente evoca con emoción el recuerdo de Pedro y Pablo.
Después de los discretos pontificados de Lino y Cleto, Clemente pasa a ser el tercer sucesor de Pedro.
Según una tradición del siglo IV, murió como mártir.