Antonio María Zaccaria nació en Cremona (Italia), en 1502. Quedó huérfano de padre antes de cumplir un año y fue su madre quien se dedicó completamente a proporcionarle los cuidados necesarios y a sembrar en él la semilla de la fe cristiana. Gracias a ella, el niño creció cada vez más consciente del amor y la providencia de Dios.
A los 22 años se graduó de médico, lleno de expectativas y del deseo de servir a otros con su profesión. Tenía la ilusión de salvar muchas vidas y, por qué no, almas. Aunque sin saberlo en ese momento, Antonio María había empezado a andar el camino de servicio que lo conduciría al sacerdocio.
Unos años después, animado por su director espiritual, empezó a estudiar filosofía y teología. Con el tiempo, ya con el corazón dispuesto para responder al llamado de Dios, se ordenó sacerdote. Antonio María se había hecho médico de cuerpos y almas.
Contemplar a Dios y realizar su obra
Más adelante se trasladó a Milán. Allí fundó a los Clérigos Regulares de San Pablo (conocidos como ‘Barnabitas’, porque se congregaban en la Iglesia de San Bernabé), las Hermanas Angélicas de San Pablo y los Laicos de San Pablo. Tenían como misión la predicación para renovar la vida sacerdotal y extender por todas partes la devoción a la muerte y resurrección de Cristo y la especial veneración a la santa Cruz.
También se atribuye al santo haber instituido la ‘Adoración de las 40 horas’, movido por su gran amor a la Sagrada Eucaristía. Esta celebración litúrgica, también llamada ‘Festividad de las Cuarenta horas’, consiste en una jornada de oración frente al Santísimo Sacramento que empieza el Viernes Santo y concluye el Domingo de Resurrección, “repasando” las cuarenta horas que el Cuerpo de Jesús permaneció en el Santo Sepulcro.
Los tiempos de San Antonio María Zaccaria fueron muy difíciles para la Iglesia: fueron los años de la revuelta protestante proclamada en Alemania por Martín Lutero y extendida por buena parte de Europa. Zaccaría fue uno de los que con su enorme labor apostólica preparó el terreno de la gran ‘Contrarreforma’ que la Iglesia Católica impulsaría con el Concilio de Trento (1545-1563).
Muerte prematura
San Antonio María Zaccaria falleció el 5 de julio de 1539 a los 36 años. Algunos de sus biógrafos coinciden en calificar su labor apostólica de ‘magna’ o ‘monumental’, tanto que algunos sugieren que es como si el santo hubiera vivido 30 años más de los que finalmente vivió. Aunque murió joven, su vida fue una plasmación de aquel versículo del libro de la Sabiduría, en el Antiguo Testamento, que dice:
«El justo, aunque muera prematuramente, hallará descanso;
porque la edad venerable no consiste en tener larga vida
ni se mide por el número de años.
Las verdaderas canas del hombre son la prudencia
y la edad avanzada se mide por una vida intachable» (Sab 4, 7-9).
El Papa León XIII lo proclamó santo el 15 de mayo de 1897. Su Fiesta se celebra el 5 de julio de cada año.