SAN ALBERTO MAGNO

Fresco de San Alberto Magno en Treviso (Italia)
Fresco de San Alberto Magno en el Seminario de Treviso (Italia) 

San Alberto nace en Lauingen (Alemania) en 1193/1206 y muere en Colonia el 15 de noviembre de 1280. Su vida reúne múltiples facetas: científico y teólogo, fraile y místico, obispo y doctor de la Iglesia… Patrono de los científicos, es también considerado uno de los más grandes genios de Occidente y un santo de talla universal, de ahí el apelativo de Magno, que tan solo él ha merecido en el campo del conocimiento.

Síntesis biográfica

  Alberto nació en Lauingen, junto al Danubio (diócesis de Augsburgo). Su padre lo envió a estudiar a la Universidad de Padua, donde conoció al beato Jordán de Sajonia. Ingresó en la Orden de Predicadores en 1223, realizando estudios eclesiásticos en Colonia y París.

  Fray Alberto desarrolla durante toda su vida su vocación docente, comenzando en el convento de Colonia. Enseñó también en París, Hildesheim, Friburgo de Brisgovia, Ratisbona, Estrasburgo, y de nuevo en Colonia, donde hacia 1244 tiene como discípulo a santo Tomás de Aquino. Más tarde regresa a París, donde imparte exitosas lecciones de alcance europeo. Tras conseguir el título de maestro en teología (1246), continúa en París, en una de las cátedras dominicanas, y de nuevo en Colonia, donde regenta el nuevo Estudio General (facultad teológica privada).

  Asimismo desempeñó una gran labor de escritor: su ingente obra abarcaba todas las áreas del conocimiento hasta entonces cultivadas. San Alberto destacó como filósofo y teólogo, con la novedad de inspirarse no solo en autores cristianos, sino también musulmanes y paganos; pero aún más en su faceta de naturalista (estudioso de la naturaleza), sobre todo por el método de la observación y experimentación, que aplicó incluso al mismo Aristóteles. Tampoco debemos olvidar sus sublimes escritos místicos.

  Tras ser elegido provincial de Alemania en 1254, el pontífice Alejandro IV llegó a nombrarlo obispo de Ratisbona, lo cual no fue del todo de su agrado. Sin embargo, terminó cosechando un éxito pastoral brillante.

  San Alberto Magno muere el 15 de noviembre de 1280. Su cuerpo descansa en el sepulcro de la iglesia de San Andrés de Colonia. Gregorio XV lo beatificó en 1622, en 1931 Pío XI lo canonizó y lo declaró doctor de la Iglesia, y finalmente Pío XII lo nombró patrono de los que cultivan las ciencias naturales.

¿Qué nos puede decir hoy?

  San Alberto Magno es válido para todo tiempo y lugar. En él tenemos un modelo de científico creyente: no concebía conflicto alguno entre ciencia y religión. En general, todos los elementos de su vida nos muestran esta eterna novedad: aunaba en su persona al teólogo y al místico (teoría y experiencia de Dios), al obispo y al fraile (gobierno y vida comunitaria), al sabio y al santo (sabiduría y humildad). San Alberto, sin ninguna duda, aparece ante nosotros como una figura verdaderamente universal.

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.