
El amor de Dios y el de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, se nos manifiesta desde la Navidad hasta la Pascua, de modo especial en el Triduo pascual de la muerte y vida de Cristo. Pero se creyó conveniente dedicar un día a esta dimensión básica del misterio cristiano: el amor de Dios, significado de modo pleno en el corazón de Jesús.
En esta solemnidad se nos invita a mirar hacia lo alto y agradecer el amor misericordioso de Jesús hacia nosotros. Se nos invita a mirar al Espíritu, Amor que procede del Padre y del Hijo y que ha sido derramado en nuestros corazones.
De este modo, vivir envueltos en el amor del Dios Uno y Trino. En cada Eucaristía celebramos el sacramento del amor. Cristo se hace presente y nos comunica la vida que emana de su cruz salvadora, acontecimiento en el que se nos mostró con mayor intensidad el amor que Dios nos tiene y que se ha traducido de modo pleno en el corazón de Jesús atravesado en la cruz.