RUMIANDO CON LOS SALMOS EN ESTA CUARESMA

P. Pedro Max Alexander OSB (1942-2016)

El salmo primero viene a ser como la introducción al entero libro de los salmos: Dios muestra al hombre los dos caminos que puede seguir en su vida y le exhorta a seguir el del bien, que lleva a la felicidad. El salterio comienza con este salmo introducción y termina con el salmo 150, salmo alabanza, compilación de todas las respuestas del hombre a Dios, hecha de exultación y gratitud. El principio y el fin: como un resumen de la actitud de Dios y del hombre: Dios que habla y el hombre que escucha y obedece alabando al Creador.

La finalidad de este salmo sapiencial es, al decir de san Basilio, el animar al estudio de la Ley de Dios. La Ley no la hemos de entender aquí en un sentido jurídico: mandato, precepto, obligación; sino en el sentido que tiene la palabra hebrea «toráh» que quiere decir enseñanza, instrucción, revelación: en una palabra, la revelación de Dios al hombre, toda la Escritura inspirada por Dios. Ley, sinónimo de Escritura, de Biblia, tanto del Primer como del Nuevo Testamento. Este salmo es una invitación al estudio de la Palabra de Dios contenida en la Biblia para dejarse guiar por ella, para dejarse estructurar por ella. Hoy, en medio de un mundo marcado por tantas corrientes de pensamiento desorientador y corrosivo, de tantas ideologías ateas o anticristianas, debilitado por un ambiente carente de valores cristianos, cómo agradecemos una voz que nos invite a profundizar en el estudio y en la práctica de la palabra de vida y de verdad de la Sagrada Escritura. Es lo que hace el salmo primero, mostrándonos el camino de la felicidad y de la plenitud humana.

Este breve salmo de tan sólo 6 versículos podemos dividirlo en tres partes:

  • (a) presentación: la doble actitud del hombre ante su vida (vv.1-2)
  • (b) doble comparación ilustrativa: árbol frondoso – paja seca (vv.3-4)
  • (c) conclusión: la presencia o ausencia de Dios en el camino elegido (vv.5-6).

¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!

La primera palabra con la que se abre el salmo (y el salterio) es: «dichoso», «feliz» “bienaventurado”. De la misma manera comenzará la nueva enseñanza de Cristo en el Sermón de la Montaña/Llanura: «dichosos», «felices» (Mt 5,3; Lc 6,20). Palabra que quiere sintetizar lo positivo, lo atractivo, lo profundamente humano del mensaje de Dios a los hombres. Es un grito de alegría, un llamamiento a la felicidad, ¿y qué otra cosa no desea nuestro corazón sino la felicidad? Nuestra religión es la religión del Dios con nosotros, del Dios para nosotros, que nos ama y busca nuestro bien.

Pero, apenas leída la primera palabra optimista, nos encontramos con algo negativo y que puede desconcertar; pasa lo mismo que en las bienaventuranzas: empiezan con esta palabra positiva y sigue luego una lista de realidades a primera vista negativas: los pobres, los que lloran, los perseguidos, los hambrientos… El salmista es un buen pedagogo, sabe lo que hace, y por vía de contraste enumera primero lo negativo para exaltar más lo positivo de que hablará luego.

¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,

Pero después de este enunciado negativo aparece el positivo que es a donde va dirigida la enseñanza del salmo. La bienaventuranza va especialmente encaminada hacia el hombre que medita la Ley del Señor, que se complace en ella y la cumple:

sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!

La Ley, para el salmista, no es ningún peso o carga: es simplemente la voluntad de Dios para que nosotros sepamos conducirnos, orientarnos en nuestra vida y podamos seguir un camino de realización y plenitud. Al decir Ley, en el sentido bíblico, entendemos no sólo la observancia sino también la confianza en la bondad de Dios que ayudará y bendecirá. Eco de la felicidad que proporciona el conocimiento y práctica de la Ley lo encontramos en muchos pasajes de la Escritura:

Escucha y guarda todo esto que yo te mando para que seas feliz tú y tus hijos después de ti para siempre, haciendo lo que es recto a los ojos de YHVH tu Dios (Dt 12,28).

Estos son los mandamientos. Escúchalos, Israel, y ten mucho cuidado en ponerlos en práctica para que seas feliz y ustedes se multipliquen grandemente (Dt 6,1-2).

Les di mis leyes y mis mandamientos, y les hice saber mis disposiciones que son vida para quien las cumple (Ez 20,11).

Dios es el creador del hombre, y sabe qué es lo que le conviene a él y a la comunidad humana. Y si el hombre no obedece y sigue su criterio, no tarda en sentir el efecto de su actuación, y tiene que experimentar aquello del profeta Jeremías:

«Reconoce y advierte cuán malo y amargo es para ti haberte separado de Yahvé, tu Dios, y haberte apartado de Yahvé, tu Dios» (Jer 2,19.17).

Por todo ello día y noche el salmista medita la Ley: la lee, la repasa, la estudia para conocerla y practicarla. Vale la pena, aunque no fuera si no por interés, el disponerse un camino de paz y de felicidad.

El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.

En el juicio los impíos no se levantarán… El cristiano, con la doctrina del evangelio, puede profundizar más en la verdad de esta proposición: en la justicia de Dios, en el más allá, en la recompensa eterna. El impío no podrá afrontar el juicio de Dios que lo fulminará, lo mismo que su presencia le resulta incómoda y a veces insoportable cuando se halla entre los justos, entre los fieles, entre aquellos que él ha perjudicado u oprimido.

No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.

San Pablo nos recuerda: turbación y angustia sobre todo el que hace el mal (Rom 2,9), calamidad e infelicidad en todos sus caminos (Rm 3,16).

Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal. 

En cambio el Señor cuida del camino de los justos, su providencia se encarga de ellos, de su camino, de su recompensa final, Dios conoce el camino del justo, es decir, lo ama y favorece, se interesa por él. El camino de los impíos perecerá. Ni siquiera se hace mención de Dios. Quien nunca lo quiso perecerá en su soledad radical y en su tristeza.

Dos caminos bien delimitados, claros: el del bien y el del mal. El salmo primero nos lo muestra y nos anima a seguir el camino del bien con el conocimiento de la Ley del Señor y con la vivencia de la misma. Ahí está el bien, la paz y la felicidad.

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Oscar – 25/5/2025

REFLEXIONES VARIAS

CALENDARIO SAN CAYETANO

AGENDA

INTENCIONES

Escribí tu intención, rezaremos por ella:






    RB

    FL

    RW

    BV

    TO

    IE

    Por sanación física y espiritual para Angelo David por su autismo y ataques de nervios muy fuertes

    DÍAS Y HORARIOS

    Secretaría:
    Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
    Cáritas:
    Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
    Misas en la Parroquia:
    Miércoles a Sábados: 18.30 hs
    Domingos: 10 hs

    I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

    3 MINUTOS DE RETIRO

    MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

    30/5/2025

    Si quieres la paz, prepara instituciones de paz. Esto no se refiere solamente a las instituciones políticas, nacionales o internacionales, sino a todo el conjunto de las instituciones -educativas, económicas, sociales-.

    INTENCIONES DEL PAPA