Con tantos santos intercediendo por la salvación de todos uno camina confiado. Nada es fácil pero estar tan acompañado te fortalece.
El camino es el de Jesús, o sea, el de la misericordia, el de la entrega cotidiana al servicio de los hermanos para compartir ese amor infinito que Dios nos tiene y nos hace tan felices.
Felices ellos que brillan como luces en la vida del mundo, felices nosotros que vamos a su encuentro con su ayuda, su oración y en comunión de amor.