Lindo programa de domingo. Sentir el amor de Dios y amarlo, con todo. Amarlo por convocarme a su mesa a celebrarlo, a escucharlo, a comer y beber el Cuerpo y la Sangre de su hijo, a recibir la fuerza de su Espíritu y construir la unidad de su pueblo: la Iglesia.
Y después, hacer de cada día un nuevo domingo de amor, gratitud y homenaje al Dios que nos ama con amor infinito.