Velar con la lámpara encendida significa estar siempre listo, incluso durante la noche. Velar implica renunciar al descanso nocturno para completar un trabajo urgente o para evitar ser sorprendido por un enemigo. De manera más simbólica, es una lucha contra la pereza y la negligencia, permaneciendo siempre en estado de alerta y disponibilidad.
Jesús nos llama a estar al servicio del Reino, trabajando para que su amor llegue a todos, especialmente a aquellos que tienen hambre, sed, están desnudos, huérfanos, enfermos o encarcelados. La Iglesia, cuya misión es servir a toda la humanidad, debe estar siempre con el traje de trabajo puesto, con la cintura ceñida y la lámpara encendida. Siempre dispuesta a servir, siempre dispuesta a hacer el bien, siempre dispuesta a dar voz a los que no la tienen, y siempre dispuesta a defender la vida y los derechos de todos los hombres.