La pregunta de Jesús deja a las autoridades desarmadas. No pueden responder sin exponer su hipocresía. Si dicen que el bautismo de Juan era del cielo, entonces deben aceptar la autoridad de Jesús, ya que Juan lo había reconocido como el Mesías. Si dicen que era de los hombres, se arriesgan a perder la confianza del pueblo, que admiraba a Juan. Ante este dilema, se quedan en silencio.
La escena de hoy es una llamada a reflexionar sobre la importancia del discernimiento, tanto a nivel personal como comunitario. Debemos estar atentos para discernir si los movimientos o las voces nuevas provienen del Espíritu Santo o de intereses personales, orgullo o pereza. No podemos basar nuestras decisiones en estos últimos elementos, sino que debemos buscar la guía del Espíritu para actuar con rectitud y sabiduría.