El amor muchas veces implica sacrificio, esfuerzo y lucha. Sin embargo, vale la pena.
La verdadera felicidad se encuentra en dar, no en recibir. La felicidad será del que se sacrifica por los demás.La pobreza por el Evangelio no se limita a una simple renuncia a los bienes materiales, ni mucho menos a un asistencialismo que consiste en dar a los bienes un fin social.
El modo antiguo de vivir, marcado por el egoísmo y la seguridad que da la acumulación de bienes, debe dar paso a la donación, que nos lleva a compartir los bienes de la tierra en solidaridad y comunión.
Jesús termina recalcando que no se puede pertenecer a la nueva comunidad del Reino con criterios de protagonismo o superioridad basados en el poder y el prestigio que dan las riquezas.