La Fiesta de la Santísima Trinidad que hoy celebramos no es la exaltación de un teorema religioso, o de la matemática divina donde todo es posible y tres pueden ser lo mismo que uno y setenta por siete no es cuatrocientos noventa sino infinito.
Celebramos hoy la verdad de un Dios que por libertad y amor se ha dado a conocer, que nos ha buscado y ha entrado en diálogo para compartir con nosotros su misma vida.
Sentirnos amados y elegidos por Dios es quizá la experiencia que aporte la mayor felicidad en la vida. El hombre de fe descansa sobre esta confianza, se siente en paz, no teme el peligro y goza de una constante alegría.
La fe cristiana no se basa en la adquisición de conocimientos o en la fuerza de voluntad, sino en la transmisión del “arte de vivir en el amor” que solo Jesús, la Buena Noticia personificada, puede ofrecer