Los discípulos no se quedaron mirando al cielo, sino que se entregaron a evangelizar. Así nació la Iglesia. La fe es un nuevo estilo de vida, un fermento de cambio y una misión para la humanidad.
La ascensión de Jesús es la primera de todas las ascensiones y le da sentido y fundamento a las nuestras. Abre el camino para una fe que ilumina, un amor que nos libera del egoísmo y una esperanza que vence incluso a la muerte.
Todas las aspiraciones al bien son expresión de la vocación al cielo. En este estilo de vida estamos ungidos para confiar en el futuro, destruir la injusticia, compartir, perdernos para encontrarnos, proclamar la paz y vivir en comunión.