Más allá del dolor, Jesús ofreció esperanza. Les explicó que su partida no significaba el final, sino un paso hacia el Padre, hacia la plenitud de la vida. La muerte no sería la última palabra, pues Dios tenía un plan mayor: la resurrección.
Los discípulos no podían comprender que el camino de Jesús pasara por la cruz. Era difícil aceptar que su amado maestro tuviera que sufrir y morir. Sin embargo, Jesús les aseguró que la tristeza se convertiría en alegría.
El mensaje de Jesús es claro: por encima del dolor y la muerte, siempre existe la esperanza de una nueva vida. El grano de trigo debe caer en tierra y morir para dar fruto. Es necesario pasar por la muerte para alcanzar la resurrección.