José acepta sin entenderlo todo. Cree. Se deja conducir. Comprende que la espera de Israel llega a su plenitud. Entra en la oscuridad luminosa del misterio. La fe no explica: se confía.
El niño que va a nacer se llamará Emmanuel: Dios-con-nosotros. Tres palabras que cambian la historia. Dios no actúa desde lejos, no irrumpe con poder ni espectáculo. Entra en la fragilidad de una mujer, en el silencio de una casa, en la vida concreta de un pueblo.
Dios es indomesticable. Rompe nuestros cálculos, desarma nuestras seguridades, descoloca nuestros planes. Abrirse a Él es aceptar la sorpresa, renunciar al control, pasar del cálculo a la esperanza.
“Mis planes no son sus planes”.



