También nuestra fe es un sí. Un “hágase en mí según tu palabra”. Cada uno de nosotros escucha hoy el mismo anuncio y es invitado a responder. Dios sigue buscando corazones donde encarnarse. Sigue dispuesto a hacer nueva su obra de amor en nuestra vida. Él es Dios-con-nosotros, que abre nuestra existencia a la esperanza, y quiere ser también Dios-en-nosotros.
En Jesús, Dios no nos ofrece algo: se nos ofrece a sí mismo. Él es la respuesta a lo más profundo de nuestro deseo. Nos invita a la comunión con su vida y nos hace hijos en el Hijo.
María dijo sí y engendró físicamente al Hijo de Dios, al que ya había concebido en la fe. Ese Dios que un día creció en el seno de María, hoy quiere crecer en nosotros. Si creemos, si confiamos, si dejamos que la esperanza dé sentido a todo lo que vivimos, Dios vuelve a nacer en la historia.



