La historia de Jesús es la historia de una esperanza cumplida, sembrada desde antiguo en su pueblo, pero manifestada de un modo inesperado: en el silencio, en la pobreza, en la pequeñez, en la misericordia, en la debilidad asumida, en la compasión que salva. Creer en Jesucristo, Hijo de Dios, es aceptar que Dios entra en nuestra historia desde dentro, sin imponerse, caminando con nosotros.
La obediencia de José nos enseña algo esencial: a Dios hay que dejarlo ser Dios, sin encerrarlo en nuestras lógicas y cálculos. Él desborda nuestros esquemas y rompe la medida de nuestras seguridades. Todavía hoy, Dios puede revelarse y llamarnos a mirar la realidad con otros ojos.
En este Adviento, somos invitados a esa misma disponibilidad. Como José y María, estamos llamados a abrirle espacio a Dios para que Cristo vuelva a nacer en la vida de muchos.



