Jesús no desautoriza la acción de Marta. No desprecia el trabajo ni el servicio.
Santa Teresa de Jesús lo entendió con sabiduría: “si todas fuésemos como María, Jesús se quedaría sin comer.” Lo que Jesús propone no es elegir entre acción o contemplación, sino hacer de la escucha la fuente de toda acción.
Marta y María son una llamada a integrar. El Evangelio no nos invita a elegir entre la oración o el compromiso, entre la escucha o la acción. Nos llama a unirlas con hondura: a ser contemplativos con los pies en el barro y trabajadores del Reino con el corazón encendido por la Palabra. Marta y María no se contraponen. Se complementan. No compiten entre sí, sino que dibujan juntas el camino del discípulo misionero: hombres y mujeres de escucha atenta, comprometidos con generosidad en el trabajo por el Reino.