En Jesús, Dios mismo vino a sanar a la humanidad. Pero esa obra salvdora es larga y requiere paciencia, por eso Jesús hacía signos visibles para que la gente creyera. Él sanaba a los enfermos y ayudaba a mostrar que el Reino de Dios ya está presente. Hoy, las comunidades cristianas también deben dar signos de esa sanación, ayudando a sanar corazones y promoviendo una vida basada en la verdad, la solidaridad, la justicia y el amor al prójimo.
Jesús, nuestro anuncio, debe salir de un corazón compasivo. La compasión es esa actitud interior que nos mueve a ayudar a quienes sufren, a salir en su ayuda y a cuidar de los demás. Así, hoy también, las comunidades deben seguir sanando heridas, promoviendo la justicia y la solidaridad, y siendo signos visibles del amor de Dios en el mundo.